Claudia Sheinbaum fue elegida el domingo como la primera presidenta de México, logrando una victoria aplastante según un conteo rápido oficial. Con más del 58 por ciento de los votos, la exalcaldesa de la Ciudad de México consolidó el dominio del movimiento Morena, que en los últimos seis años ha transformado el panorama político del país.
La victoria de Sheinbaum sorprendió a una oposición que ha acusado a Morena de debilitar las instituciones democráticas. Xóchitl Gálvez, su principal rival y una emprendedora tecnológica proempresarial con orígenes indígenas, concedió la derrota temprano el lunes. Morena y sus aliados también están cerca de lograr una supermayoría en el Congreso, lo que les permitiría cambiar la constitución.
En su discurso de victoria, Sheinbaum prometió respetar a la comunidad empresarial y abrir México a la inversión extranjera. Aseguró que su mandato no se utilizará para concentrar el poder, afirmando: “Somos demócratas y, por convicción, nunca estableceríamos un gobierno autoritario o represivo”. Su mensaje fue interrumpido por vítores de “¡Presidenta! ¡Presidenta!” por parte de sus seguidores.
La elección de Sheinbaum tiene importantes implicaciones para la relación entre México y Estados Unidos, el principal socio comercial del país. En su discurso, Sheinbaum prometió basar la relación entre ambos países en “respeto mutuo e igualdad” y defendió los derechos de los mexicanos en el extranjero, enfatizando la importancia de esta conexión para sectores económicos clave y la gestión de la migración y el tráfico de drogas.