La llegada de las vacaciones de verano en Uvalde, Texas, lejos de ser una época de alegría, está hoy llena de #tristeza, rabia y dolor por el inicio de los funerales de las víctimas inocentesde la masacre en la escuela de primaria en donde 19 niños y dos profesoras fueron asesinados hace una semana.
El dolor de las familias es indescriptible. Todos tienen una historia, una anécdota o un recuerdo que contar de los niños que hoy ya no están. Eran pequeños, alegres, inocentes y fueron victimas de la falta de leyes de control al porte y venta de #armas en Estados Unidos.
Muchos de estos niños acababan de nacer hace casi 10 años, en diciembre de 2002, cuando ese país se horrorizó con la tragedia en la escuela de Sandy Hook en donde 20 niños de primero y segundo de primaria murieron en un tiroteo mientras estaban en clase. Increíblemente, una década pasó y no se tomó ninguna medida para prevenir que cualquier persona compre armas libremente y la tragedia se repitió.
Hoy los medios están llenos de historias de las nuevas víctimas: los niños de Uvalde; del dolor de sus padres, de los momentos de horror que vivieron quienes sobrevivieron y estuvieron una hora encerrados con el asesino en el salón mientras la policía esperaba afuera.
Do Something (haga algo)
El pasado sábado el presidente Joe #Biden visitó Uvalde y se reunió con los familias. Antes de irse del lugar la gente le gritaba “Do something” (haga algo) y esa es la esperanza de muchas personas en un país que está dividido frente al control de armas, pues la misma semana de la masacre se realizó también en Texas la cumbre de la Asociación Nacional del Rifle, #NRA, en donde cientos de personas dijeron que no están dispuestas a que les quiten el derecho a tener armas. Para ellas parece que las armas son más importantes que la vida de los niños.